Jueces Históricos

Alfredo Orgaz

Retrato del juez Alfredo Orgaz

“He esperado todos estos días el acto salvador del Gobierno que restableciera las jerarquías maltrechas, y en esa espera he demorado una actitud que desde el comienzo tenía bosquejada (...). Una Justicia de tal modo disminuida y desmembrada no es la que yo anhelaba presidir o integrar”. Con estas palabras, Alfredo Orgaz concretaba en 1960 uno de los actos por el que más se lo recuerda: su renuncia a la Corte Suprema de Justicia, que había integrado desde 1955, y cuya presidencia ocupaba al momento de la dimisión.

En una carta dirigida al primer mandatario, Arturo Frondizi, Orgaz lamentaba el “manifiesto empobrecimiento de la administración de Justicia que se ha producido con la reorganización actual, consecuencia inmediata de haberse dado prevalencia a los intereses y a la estrategia de partido sobre los verdaderos intereses de la Justicia y de la Nación”. Y argumentaba su decisión de dar un paso al costado con una expresión que pasaría a la historia: “cansancio moral”.

Antes de las discrepancias con el Poder Ejecutivo que motivaron aquel desenlace, a partir de su rechazo al proyecto oficialista de reformar la Justicia y ampliar la conformación del tribunal, el magistrado había construido una prestigiosa trayectoria basada en su capacidad jurídica, su vocación de servicio y su compromiso ético. Humildad, nobleza de espíritu, solidez intelectual y una prosa elegante y precisa son algunos de los atributos que sus discípulos y seguidores suelen valorarle.

Nacido en Córdoba el 6 de noviembre de 1900 y formado en la Universidad Nacional de esa ciudad, se graduó en 1924 y desde entonces ejerció la docencia (en los niveles medio y superior) y la abogacía. Se especializó en derecho civil y presidió en la década del 40 la Federación Argentina de Colegios de Abogados, cargo desde el cual se
manifestó contra el avance del gobierno sobre el Poder Judicial.

De familia ligada al derecho y a la academia (dos de sus hermanos sobresalieron como destacados juristas, y uno fue rector universitario), a la política también la llevaba en la sangre: su abuelo paterno había sido vicegobernador de Santiago del Estero y en su genealogía aparecen varios personajes que jugaron papeles significativos en la vida pública nacional durante el siglo XIX.

Luego de integrar y presidir el Superior Tribunal de su provincia, un decreto del 6 de octubre de 1955 designó a Orgaz en el Máximo Tribunal federal, junto con otros jueces que reemplazarían a los removidos por el gobierno de facto luego de la autodenominada “Revolución Libertadora”.

Con el retorno democrático, al asumir Frondizi, renunció al cargo el 8 de mayo de 1958 y fue designado nuevamente, con acuerdo del Senado, al día siguiente. Así, el 12 de mayo juró por segunda vez como juez de la Corte, y desde entonces hasta su renuncia ejercería la titularidad del cuerpo.

En esa misma época comenzaron sus discrepancias con el Ejecutivo (presentó, incluso, una primera renuncia en julio siguiente, que quedó sin efecto tras limar asperezas en una entrevista con el líder radical; y un pedido de licencia a principios de 1960 que presagiaba el desenlace). Tras su salida, regresaría a la función pública en 1964, para desempeñarse como embajador en Chile hasta el año siguiente. Antes, en 1963, había sido candidato a Presidente de la Nación por el Partido Socialista Democrático.

Entre sus principales libros y artículos, materia de consulta y estudio hasta nuestros días, se destacan El daño resarcible, El recurso de amparo, La culpa (actos ilícitos) e Incapacidad civil de los penados: legislación argentina y comparada. 

Orgaz murió en Córdoba el 11 de agosto de 1984, con la misma austeridad que caracterizó su vida y su gestión en la Corte.