Jueces Históricos

Amilcar Mercader

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Miembro de una tradicional familia platense, Amilcar Ángel Mercader, juez de la Corte entre 1965 y 1966, nació el 9 de agosto de 1896. Se formó en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de la capital bonaerense (UNLP), en la que obtuvo el título de abogado a los 20 años. En dicha institución ejercería luego su vocación por la enseñanza del derecho procesal, además de integrar su consejo académico y ocupar, entre 1958 y 1961, el decanato.

En paralelo a la docencia y la gestión universitaria, su trayectoria osciló entre la actividad política y la judicial, forjando un recorrido público signado por sus inquietudes humanísticas y valores republicanos.

Discípulo de Salvador de la Colina y alumno de Tomás Jofré y David Lascano, tras una breve incursión en el periodismo se inició en la carrera judicial como secretario en un juzgado civil y comercial de primera instancia, lugar en el que estuvo entre 1918 y 1921.

Militó en las filas del radicalismo y se desempeñó como oficial del ministerio de gobierno provincial, antes de asumir como comisionado municipal en los partidos de Avellaneda, Mercedes, Luján y Salto a los efectos de normalizar su situación institucional, tarea que afrontó desde 1921 hasta 1924. Más tarde presidió el Tribunal de Cuentas bonaerense.

En 1942 sus colegas lo eligieron para conducir la Asociación de Abogados de La Plata. En diciembre de 1948 fue seleccionado por la UCR para integrar la convención que se reunió en enero de 1949 y reformó la Constitución Nacional. Allí, tras impugnar la convocatoria y la metodología de debate que proponía el oficialismo, se retiró de la convención junto con el resto del radicalismo.

Al cabo de un período como legislador, hacia 1955 el gobierno de facto lo nombró ministro de la Suprema Corte de Buenos Aires, cargo que conservó hasta 1958.

Ya con José María Guido en la presidencia, lo designaron procurador del Tesoro de la Nación en 1963, función desde la cual dictaminó en favor de la anulación de algunos de los contratos con empresas petroleras firmados durante el mandato de Arturo Frondizi con compañías de los Estados Unidos.

Siendo director del Instituto de Derecho Procesal condujo la elaboración de los anteproyectos de los Códigos Procesal Civil y Código Procesal Penal de 1961, y el de la Ley Orgánica del Poder Judicial, todos para la Provincia de Buenos Aires.

También ejerció en diversas causas como abogado de Ricardo Balbín y plasmó sus ideas en obras como Poderes de la Nación y de las provincias para instituir normas de procedimiento (1939), El silencio en el proceso (1940), La acción, su naturaleza dentro del orden jurídico (1944) y El abuso del derecho en la reforma del Código Civil Argentino (1944), donde desplegó su espíritu crítico y su mirada jurídica.

A la Corte Suprema de Justicia de la Nación llegó a comienzos de 1965. Propuesto por el presidente Arturo Illia para reemplazar a José Federico Bidau, juró el 3 de febrero de ese año y compartió el tribunal, en distintos momentos, con Luis María Boffi Boggero, Benjamín Villegas Basavilbaso, Pedro Aberastury, Ricardo Colombres, Esteban Imaz y Carlos Juan Zavala Rodríguez. Al producirse el golpe de Estado del 28 de
junio de 1966 resultó cesanteado, igual que sus pares, a través de un decreto de las autoridades de facto.

“Fue un hombre cabal, de férreas convicciones, luchador incansable e inclaudicable, celoso defensor y custodio de las instituciones de la República, abogado de raza, jurista notable”, lo definió Roberto Omar Berizonce, catedrático de la UNLP y expresidente de la Asociación Argentina de Derecho Procesal y del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal, al rendirle homenaje en un artículo publicado en la revista de la
universidad en 2017. Se cumplía, entonces, medio siglo de su fallecimiento, que ocurrió en su ciudad natal el 5 de junio de 1967. “Escribió e investigó el derecho con ahínco, lo ejerció como hombre honrado, lo administró juiciosamente, pero fundamentalmente lo defendió porque fue, por sobre todas las cosas, un abogado de raza”, expresó el autor al evocar la figura de quien fuera, además, hermano del diputado nacional por la UCR

Emir Mercader, padre de la reconocida escritora Martha Mercader (también diputada en la década del ‘90) y del jurista Miguel Amilcar Mercader.