Héctor Masnatta
Nacido en 1921, Héctor Masnatta, juez de la Corte entre 1973 y 1976, fue discípulo de Pedro Henríquez Ureña, Rafael Alberto Arrieta y Arturo Marasso, y compañero de René Favaloro en el Colegio Nacional de La Plata.
Graduado de abogado en la Universidad Nacional de La Plata en 1946, se doctoró 12 años después en la UBA, donde ejercería la docencia en distintas asignaturas relacionadas con el derecho civil.
Masnatta fue relator letrado jefe de la Fiscalía de Estado bonaerense entre 1956 y 1958 y asesor del Ministerio de Trabajo de la Nación (1956-1957), del Ministerio de Educación y Justicia (1963-1966), y del gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de Antonio Cafiero.
Autor, además, de una prolífica obra jurídica, militó en las filas del peronismo, y gozó del respeto y el reconocimiento de todo el arco político de su época.
Ingresó a la Corte Suprema en junio de 1973, nombrado por el presidente Héctor Cámpora, y compartió el Tribunal en distintos momentos con Ernesto Corvalán Nanclares, Manuel Arauz Castex, Agustín Díaz Bialet, Miguel Ángel Bercaitz, Ricardo Levene (hijo) y Pablo Ramella. Se le atribuye una participación relevante en la redacción de sentencias emblemáticas, como las de los casos Ford, sobre el pago de impuestos de las empresas multinacionales; Sargo, respecto de la primacía de la jurisdicción de los tribunales por sobre los arbitrajes; y Swift-Deltec, que marcó un hito en materia de quiebras para el derecho concursal argentino.
Permaneció en el Máximo Tribunal hasta el golpe de 1976. Ya restaurada la democracia, rechazaría ofrecimientos para volver a ocupar un lugar en la Corte.
Entre otras tareas, durante su extensa trayectoria en la función pública presidió la Auditoría General de la Nación –tras haber colaborado en su creación y consolidación– a comienzos de la década del 90, y forjó una destacada labor como convencional por Buenos Aires para la reforma constitucional de 1994, la cual plasmó parte de los contenidos de un fallido intento de reforma de fines de la década anterior que lo había tenido como referente. Por otra parte, se desempeñó en aquellos años como consejero universitario en la embajada argentina en Roma, Italia.
Promotor del sistema de arbitraje, dirigió el proceso internacional por el litigio con Paraguay respecto de los costos de las obras de la represa Yacyretá. También representó al Estado en el directorio de Repsol-YPF y en el Tribunal de Controversias del Mercosur, convocado para intervenir en el reclamo uruguayo por los cortes de ruta en Entre Ríos a raíz de la construcción de las papeleras.
Su carácter afable y su constante buen humor son rasgos que coinciden en resaltar quienes lo frecuentaron. “Era de la raza de quienes regalan los libros que leen y de quienes cultivaron el humorismo como herramienta para conocer la realidad”, lo describió Ignacio Zuleta al evocar su figura, en un artículo ilustrado con el retrato de esta semblanza y publicado en Ámbito Financiero, diario en el que Masnatta solía escribir con asiduidad.
El exministro de la Corte falleció de un paro cardíaco en Punta del Este, Uruguay, a los 85 años, el 4 de febrero de 2007.